21 Mar Lo que la almadraba esconde
‘Garvm’, un relato fotográfico de Antonio González Caro que se adentra en las entrañas de esta milenaria arte de pesca para descubrirnos lo más profundo y pasional de un universo que ha marcado la historia de nuestro litoral.
Hay miradas y miradas. Unas, merodean por la superficie, atrayéndonos con colores y sensaciones de experiencias casi siempre fugaces y otras, más profundas y silenciosas, nos atrapan y envuelven para, con precisión quirúrjica, transportarnos a las entrañas de mundos que han sido vividos de una forma plena y apasionada por su autor o autores. Miradas, éstas, que se convierten en pequeños relatos históricos de una realidad que marca el tempo de las vidas de sus protagonistas.
“Desde siempre me ha atraído la fotografía que logra crear ese vínculo, para mí imprescindible, con las personas y el ambiente que pretende captar”. “Esa fotografía documental, pero de autor, que, lejos de la inmediatez, se implica, entrega y recrea en busca de esos pequeños y profundos detalles que se asoman casi sin querer, pero que lo dicen todo”. Y eso, adentrarnos en lo más profundo de un mundo, en este caso el almadrabero, es lo que ha logrado en su última obra, Garvm, el fotógrafo conileño Antonio González Caro.
“Este trabajo”, destaca, “es el resultado de la magia de ese vínculo con la almadraba y con los que, sin lugar a dudas, son sus grandes protagonistas, los almadraberos. Un vínculo que se fue fraguando poco a poco a lo largo de tres años excitantes y que, con la amable complicidad de los marineros, me ha permitido reflejar la realidad de un arte que va mucho más allá de la levantá, esa espectacular faena que, por otra parte, ha sido la que la ha difundido por medio mundo”.
FUENTE DE INSPIRACIÓN
Han sido tres años de duro trabajo en la almadraba de Conil de la Frontera, en la que Antonio González Caro se ha embarcado en innumerables ocasiones para ‘participar’ de las distintas faenas (calamento, levantá y leva). Experiencias que le han servido para percibir y captar un universo que va desde los pacientes trabajos en tierra hasta las largas y solitarias guardias nocturnas en el pequeño barco que alerta en la mar de la presencia del arte.
“Al principio”, explica, “haces infinidad de fotografías. Intentas que no se te vaya nada, pero es la vivencia continua con los almadraberos la que te permite captar esas imágenes puras y cargadas de un gran valor”. “Imágenes”, explica, “que afloran de forma espontánea en el día a día y que, sin lugar a dudas. reflejan la profundidad de los sentimientos y esfuerzos que rodean a esta arte milenaria de nuestro litoral”.
“Mi intención”, explica, “es que la gente, la de aquí y la que viene de otros lugares y cada vez se interesa más por este arte de pesca y su cultura, conozca y perciba de la forma más real e intensa posible todo lo que rodea a la almadraba”.
“Creo que es importante que se sepa que detrás de ese exquisito bocado de atún rojo de almadraba existe una cultura, un esfuerzo y una forma de entender la vida que lo impregnan de un valor que va más allá de lo gastronómico”.
Tal y como se percibe en su exposición, Antonio González Caro ha logrado crear una atmósfera muy singular y atractiva, mostrándomos una historia desde un enfoque muy distinto al habitual, ese que, como él dice, se ha centrado en la espectacularidad de esa faena llamada levantá.
Para ello y como es característico en su obra, el fotógrafo conileño ha optado por las imágenes en blanco y negro, “ya que, lejos de la distracción de los colores, me permiten lanzar un mensaje más directo, poético y profundo, que, en definitiva, es lo que persigo”.
Un trabajo impactante que le ha valido a Antonio González Caro para obtener el primer premio de los prestigiosos Monochrome Awards, siendo también finalista de los Lens Culture Awards.
Este excelente trabajo de Antonio González Caro, se encuentra expuesto en estos momentos en la sala de exposiciones La Kursala, Paseo Carlos III, 3, en Cádiz.
La exposición está abierta hasta el próximo 4 de abril, de lunes a viernes de 9.00 a 21.00 horas.
Sin lugar a dudas, una gran experiencia para los amantes de la fotografía, pero sobre todo para esas personas que se sienten atraidas por el atún rojo de almadraba y, sobre todo, por la liturgia que envuelve a esta arte de pesca milenaria que está en el ADN de los pueblos del litoral gaditano y, muy en especial,en los de la comarca de La Janda.
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